Era el universo frío cuando ni el sol ni la luna existían, era todo
desorden y soledad cuando nada existía alrededor. Fue hecho el polvo que formaba nubes en el vacío, fueron hechas rocas que flotaban errantes, algunos seres sombríos que habitaban en ellas, algunos sentimientos vagos para que estos seres pudieran vivir y crecer, y a criterio de ellos, mejorar. Pero algo faltaba, algo no parecía completo, todavía no existía la luz, y la noche era oscura, no existía tampoco razón alguna para que nuevos sentimientos nacieran y crecieran, y ayudaran a estos seres a ser lo que soñaban ser.
Fueron entonces creados ellos, el sol en el cielo y la luna junto a él, los dos a la misma orden del creador, como si fuera necesaria la presencia del uno para existencia de la otra. Pero se dieron cuenta entonces que si era imprescindible, no por que no pudieran haber sido separados, sino porque sus sentimientos, que eran mas fuertes que cualquier otra fuerza del universo, no lo hubiera permitido de otra manera.
Un eclipse había en el universo, una unión continua de sol y luna, besándose, tocándose, siendo uno, viéndose a los ojos el uno al otro, disfrutando segundo a segundo su mutua compañía. Y no había nada malo ni extraño en ello, estaban destinados a estar juntos, desde el principio y para siempre.
Viendo entonces entonces los humanos (que era el nombre que habían escogido estos seres que poblaban el universo, en un intento de ser lo que querían ser), la dicha que manifestaban estos astros, y asombrados por el brillo y el resplandor de eso que reconocieron como amor, sintieron envidia. Sintieron celos de algo que ellos no habían podido tener en su búsqueda de ese vacío que sentían por dentro, esa falta de eso que es importante en la vida, y aun fuera de ella. Decidieron entonces, en un ataque de lo que luego se llamaría ira, evitar ese amor destinado a ser eterno. Concluyeron que la mejor manera de hacerlo sería separándolos para siempre y no dejarlos que fueran uno, o se tocaran, o si quiera se besaran. Se dieron a la tarea de construir un planeta en medio de los dos, un planeta lo suficientemente grande para esconder los ojos de cada uno tras este, y fue así como construyeron la Tierra. Y decidieron vivir en ella, pues había sido su creación, y para asegurarse que si ellos no podían conocer el amor verdadero, ni la luna ni el sol lo hicieran.
Es entonces desde ese momento que cuando vemos al cielo por las noches, vemos las lágrimas de la luna que deja en su pasar mientras intenta encontrar a su pareja, gotas de tristeza que nosotros llamamos estrellas, he inspiran deseos de llegar mas allá.
Es entonces también que la luna brilla con espléndida blancura, cuando el sol la logra iluminar aunque sea un poco. Y la vemos y soñamos, y escribimos poemas, y pensamos, en nuestra propia luna, o nuestro propio sol. Es por eso que como niña juguetona se ruboriza cuando, como jugando con su amado, se esconde tras la Tierra, por unos minutos hasta volver a brillo que le devuelve blancura de pureza. Y lloramos, porque los minutos son pocos.
Desde ese momento también, es que el sol en su radiante furia nos golpea con el fuego de su dolor, nos escondemos, nos protegemos de sus espadas ardientes que están constantemente buscando venganza, por lo que le hicimos, por lo que tal vez algún día tendremos que pagar. Desde entonces, avergonzados, no podemos, por mas que intentemos, ver la cara del astro rey, temerosos de que una sola mirada descargue toda la ira acumulada desde que el mismo humano la inventó. Disfrutamos, sin embargo, de hermosos celajes ofrecidos a la luna cuando el sol se esconde y la puede ver, por minutos, preciados minutos. Y pensamos, solo pensamos.
Por eso, así, el mundo se paraliza, el que grita queda silente, el que escucha no puede atender mas a los llamados, el que no siente no puede evitar sentir, cuando por un momento, un breve momento, y después de muchos años de separación, el sol y la luna se vuelven a unir, vuelven a tocarse, vuelven a mirarse, vuelven a ser uno, y ese eclipse maravilloso en el cielo que ilumina y oscurece a la vez el mundo, nos demuestra que a un amor que debía durar desde siempre y para siempre, nada lo puede separar.
jueves, 13 de noviembre de 2008
martes, 11 de noviembre de 2008
Reincarnation or Rebirth?
As I understand it, the difference in rebirth lays in the absence of a soul for a person. If there was a soul, we would be that soul, my body would just be a vessel for my soul ... but if I can say MY soul, then what am I? My answer is ... Nothing, we are nothing, or everithing ... in the sense of all the parts that conform me, that is: mind, senses, sensations, conciousness, and form (or body), that is the 5 aggregates, or the five parts that conform a persons self. But, when one of them is missing, the concept of persons disolves, leaving a nothing, that's why when someone's form aggregate (body) gets missing (dies) the person stop being that person.
What's left then? Karma, our actions, and the results of them, Karma can not be escaped, so as long as you produce Karma (by selfishly acting thinking at least a bit about you ... wich is mostly always) that Karma needs a result, so, if you "die" while still having unresolved Karma, you get born again (only Buddhas don't produce Karma, so they receive the results of any unresolved Karma during their last life, so when they die they don't get reborn again ... Nirvana!!! Yey!!!)
So, you are the result of your Karma, how you treated or thought about your body, results in your current body, how you cared for or used your mind, results in what you consider your current mind.
The analogy that works for me the best is the passing of a candle's flame. You ingnite a flame of a candle with another candle's flame, then the first one gets extinguished and the second one keeps burning. Is not the same flame, yet, is the product of the first one, making it kind of the first one, only in another place, but still is different because of it's context, the colour of the new candle, it's height, it's material.
So it's still you ... only is not you ... is you.
Hope it helps ... hope I wrote it right.
NaMasTe
--------------------------------
From the heart sutra:
Gate gate paragate parasamgate bodhi svaha.
(Gone, gone, gone beyond, gone altogether beyond, O what an awakening, all-hail!)
What's left then? Karma, our actions, and the results of them, Karma can not be escaped, so as long as you produce Karma (by selfishly acting thinking at least a bit about you ... wich is mostly always) that Karma needs a result, so, if you "die" while still having unresolved Karma, you get born again (only Buddhas don't produce Karma, so they receive the results of any unresolved Karma during their last life, so when they die they don't get reborn again ... Nirvana!!! Yey!!!)
So, you are the result of your Karma, how you treated or thought about your body, results in your current body, how you cared for or used your mind, results in what you consider your current mind.
The analogy that works for me the best is the passing of a candle's flame. You ingnite a flame of a candle with another candle's flame, then the first one gets extinguished and the second one keeps burning. Is not the same flame, yet, is the product of the first one, making it kind of the first one, only in another place, but still is different because of it's context, the colour of the new candle, it's height, it's material.
So it's still you ... only is not you ... is you.
Hope it helps ... hope I wrote it right.
NaMasTe
--------------------------------
From the heart sutra:
Gate gate paragate parasamgate bodhi svaha.
(Gone, gone, gone beyond, gone altogether beyond, O what an awakening, all-hail!)
Etiquetas:
buddha,
buddism,
budismo,
dharma,
rebirth religion,
reencarnación,
reincarnation,
religión,
renacimiento
Pequeña Serenata Diurna - Silvio Rodriguez
Vivo en un país libre
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante
y soy feliz porque soy gigante.
Amo a una mujer clara
que amo y me ama
sin pedir nada
o casi nada,
que no es lo mismo
pero es igual.
Y si esto fuera poco,
tengo mis cantos
que poco a poco
muelo y rehago
habitando el tiempo,
como le cuadra
a un hombre despierto.
Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad.
Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad.
jueves, 30 de octubre de 2008
Fantasmas de mi felicidad
"Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad".
... dijo una vez algún chavalo con una guitarra (mis respetos a Silvio y su guitarra)
Lo que no dijo es que primero hay que perdonarse a uno mismo por haberlos matado, caso contrario, se convierten en fantasmas ... los fantasmas de mi felicidad. Que andan por ahí acechando mi rutina diaria, sin que se vean a plena luz de día, pero sí en el rabillo del ojo cada vez que me descuido y no pongo suficiente atención a lo que estoy haciendo. O peor aún, cuando estoy disfrutando de esa felicidad producto de su muerte y se empeñan en recordarme que andan por ahí, todavía medio vivos, pero medio muertos, moviendo sus brazos para ser notados, entonces vuelvo a ver y me distraigo de lo que sea que esté disfrutando en ese momento, como cuando camino tomado de mi mano, como cuando me vuelvo a ver y me sonrío, como cuando en la cama me abrazo ... y me distraigo, porque veo algo con el rabillo del ojo.
Vuelvo mi mirada para ver que es lo que mi ojo está viendo inconscientemente y me doy cuenta que son ellos, todos esos pasados que tuve que dejar tirados y solos, que son al final de cuentas parte de mi vida pero no mi vida, mi vida soy yo, mi vida es mi presente, mi vida es lo que yo haga de ella hoy, para disfrutarla también mañana y el día después de ese. Esos muertos ya están muertos, si me perdonan o no, ya es muy decisión de ellos. Si me perdono yo, o no ... es decisión muy mía ... solo mía ... tal vez lo haga adecuadamente algún día, y ese día esos fantasmas desparecerán y quedarán donde deben estar, en la memoria, donde yo los puedo controlar.
Tal vez cuando esté más hacia la izquierda, un centímetro más hacia la izquierda, por ahora estoy un poco hacia la derecha.
Centro ... allá voy ... y un instante después, hacia adelante ... siempre hacia adelante.
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad".
... dijo una vez algún chavalo con una guitarra (mis respetos a Silvio y su guitarra)
Lo que no dijo es que primero hay que perdonarse a uno mismo por haberlos matado, caso contrario, se convierten en fantasmas ... los fantasmas de mi felicidad. Que andan por ahí acechando mi rutina diaria, sin que se vean a plena luz de día, pero sí en el rabillo del ojo cada vez que me descuido y no pongo suficiente atención a lo que estoy haciendo. O peor aún, cuando estoy disfrutando de esa felicidad producto de su muerte y se empeñan en recordarme que andan por ahí, todavía medio vivos, pero medio muertos, moviendo sus brazos para ser notados, entonces vuelvo a ver y me distraigo de lo que sea que esté disfrutando en ese momento, como cuando camino tomado de mi mano, como cuando me vuelvo a ver y me sonrío, como cuando en la cama me abrazo ... y me distraigo, porque veo algo con el rabillo del ojo.
Vuelvo mi mirada para ver que es lo que mi ojo está viendo inconscientemente y me doy cuenta que son ellos, todos esos pasados que tuve que dejar tirados y solos, que son al final de cuentas parte de mi vida pero no mi vida, mi vida soy yo, mi vida es mi presente, mi vida es lo que yo haga de ella hoy, para disfrutarla también mañana y el día después de ese. Esos muertos ya están muertos, si me perdonan o no, ya es muy decisión de ellos. Si me perdono yo, o no ... es decisión muy mía ... solo mía ... tal vez lo haga adecuadamente algún día, y ese día esos fantasmas desparecerán y quedarán donde deben estar, en la memoria, donde yo los puedo controlar.
Tal vez cuando esté más hacia la izquierda, un centímetro más hacia la izquierda, por ahora estoy un poco hacia la derecha.
Centro ... allá voy ... y un instante después, hacia adelante ... siempre hacia adelante.
miércoles, 29 de octubre de 2008
Una nueva era
martes, 28 de octubre de 2008
Dos centrímetros hacia la izquierda
Cuando termina una relación, termina una era, termina una vida, termina algo que teníamos y empieza algo nuevo, diferente. Es un cambio que a algunos les afecta un poco más que a otros, o por más o menos tiempo. Pero al final a todos nos mueve el mundo al menos lo suficiente para considerar que este cambió.
Es como si parpadeáramos y durante el instante en que teníamos los ojos cerrados, alguien hubiera hecho trampa y moviera todo un par de centímetros hacia la izquierda, y cuando abrimos los ojos luego de ese instante, todo parece estar fuera de lugar, las cosas parecen no estar donde deberían, como todo se movió, ahora tropezamos con cosas que antes no estaban ahí, o siempre han estado pero antes no las notábamos porque estábamos acostumbrados a esquivarlas, antes movíamos un pie, corríamos una mano, lo esquivábamos y no lo tocábamos a menos que lo quisiéramos. De repente ahora, y 2 centímetros hacia la izquierda, esos objetos en nuestras vida, que además tienen esquinas y orillas filosas, nos golpean cuando pasamos, nos lastiman, nos hacen moretes y a veces cortaduras.
Pero entonces me detengo, no camino, evito moverme para no golpearme contra todas esas cosas que están alrededor mío (que para hacerlo más grave están 2 centímetros hacia la izquierda, y no donde yo las había colocado) y ahora me están haciendo daño, me golpean, me cortan. Una vez quieto, decido dar un vistazo a mi alrededor, observo, analizo, y entonces me doy cuenta que todo lo que estaba a ahí, sigue ahí, en el mismo lugar, donde estaba antes, me doy cuenta que fui yo el que me moví ... 2 centímetros hacia la derecha ... y entonces entro en razón que ese cambio fue voluntario, pensado, planeado, y que no solo tengo que asumir responsabilidad por haberlo hecho, sino que tengo que recordar que ahora tengo que esquivar 2 centímetros a la derecha todas esas cosas que están ahí, que no me golpean, sino que yo me golpeo con ellas si no se como usarlas para mi bien y mi crecimiento.
Y entonces puedo caminar tranquilo y naturalmente, para darme cuenta, en algún momento cercano que ni los objetos en mi mente están 2 centímetros a la izquierda ni yo 2 a la derecha, sino que tanto yo como mi entorno nos movimos, juntos, no hacia la izquierda ni hacia la derecha, sino hacia adelante ... siempre hacia adelante
Es como si parpadeáramos y durante el instante en que teníamos los ojos cerrados, alguien hubiera hecho trampa y moviera todo un par de centímetros hacia la izquierda, y cuando abrimos los ojos luego de ese instante, todo parece estar fuera de lugar, las cosas parecen no estar donde deberían, como todo se movió, ahora tropezamos con cosas que antes no estaban ahí, o siempre han estado pero antes no las notábamos porque estábamos acostumbrados a esquivarlas, antes movíamos un pie, corríamos una mano, lo esquivábamos y no lo tocábamos a menos que lo quisiéramos. De repente ahora, y 2 centímetros hacia la izquierda, esos objetos en nuestras vida, que además tienen esquinas y orillas filosas, nos golpean cuando pasamos, nos lastiman, nos hacen moretes y a veces cortaduras.
Pero entonces me detengo, no camino, evito moverme para no golpearme contra todas esas cosas que están alrededor mío (que para hacerlo más grave están 2 centímetros hacia la izquierda, y no donde yo las había colocado) y ahora me están haciendo daño, me golpean, me cortan. Una vez quieto, decido dar un vistazo a mi alrededor, observo, analizo, y entonces me doy cuenta que todo lo que estaba a ahí, sigue ahí, en el mismo lugar, donde estaba antes, me doy cuenta que fui yo el que me moví ... 2 centímetros hacia la derecha ... y entonces entro en razón que ese cambio fue voluntario, pensado, planeado, y que no solo tengo que asumir responsabilidad por haberlo hecho, sino que tengo que recordar que ahora tengo que esquivar 2 centímetros a la derecha todas esas cosas que están ahí, que no me golpean, sino que yo me golpeo con ellas si no se como usarlas para mi bien y mi crecimiento.
Y entonces puedo caminar tranquilo y naturalmente, para darme cuenta, en algún momento cercano que ni los objetos en mi mente están 2 centímetros a la izquierda ni yo 2 a la derecha, sino que tanto yo como mi entorno nos movimos, juntos, no hacia la izquierda ni hacia la derecha, sino hacia adelante ... siempre hacia adelante
jueves, 8 de mayo de 2008
Sobre el sacrificio del Cristo
Cuenta la historia que hace aproximadamente 1975 años, en algún lugar del medio oriente, un hombre se sacrificó por el bien de toda la humanidad. Tenía 33 años y de él se decía, no solo que había nacido de una madre virgen, sino que era el hijo de Dios (del que llaman Yaveh, para los que podrían no saber todavía de cuál dios estoy hablando). Este Hombre —hago un paréntesis para confirmar que era un Hombre, un humano, porque si nació de mujer es humano, si hubiera nacido de diosa sería un dios, pero como nació de mujer fecundada por un dios es un humano, o más bien un semidios, o semihumano, pero hombre al fin. Lloraba si se caía, sangraba si se cortaba (sangre humana), podía estar feliz tanto como podía estar triste, entonces era Hombre al fin —.
Bueno, este Hombre nacido en un cómodo pesebre, caliente, acompañado de su padre y de su madre (que es mucho más de lo que actualmente muchos niños recién nacidos abandonados en basureros pueden esperar), vino al mundo a hacer un gran sacrificio: morir por nosotros (aunque todos y cada uno de nosotros también venimos a final de cuentas a morir, el decir si morimos por otros o no, es cuestión nuestra).
Ese gran sacrificio lo vino a hacer en calidad de hijo de Dios, o más bien de El hijo de Dios, porque si bien es cierto para el cristianismo todos somos hijos de Dios, existe tal cosa como Padre, Hijo y Espíritu Santo, a lo que se llama la santísima trinidad, y por lo tanto, él vendría a ser el segundo componente de este Dios que es tres y uno a la vez, y eso lo convertiría en una manifestación de lo divino, y ahí viene la parte del sacrificio, la separación, Dios (o el Padre), envío a su hijo único (aunque todos seamos sus hijos también) a morir por nosotros en la cruz. Eso debe causar mucho sufrimiento a cualquier padre, por el hecho de tener la certeza de su sufrimiento, al fin y al cabo esa era su misión.
Este Cristo (o elegido), sufrió pruebas a lo largo de su vida, el ejemplo clásico sería el ayuno y el más conocido fue el de 40 días que hizo en el desierto (sacrificio que aparentemente también hacen algunas personas por ejemplo en Africa, y muchas veces lo hacen por más de 40 días, aunque se podría decir que hacen trampa, porque comen un par de cucharadas de alguna cosa que consiguen de cuando en cuando). En este periodo se dice que Jesús fue tentado por el diablo y que prácticamente le ofreció alivio a su sufrimiento a cambio de que se pasara a su bando. Oferta que Jesús, por supuesto, rechazó. Un momento, esta es una buena oportunidad para hacer mi primer punto. Jesús rechazó la oportunidad de negar a su padre, a El Padre. ¿Tenía opción de negarlo? Para empezar el Padre, junto con el Hijo y el Espíritu Santo, forman lo que se conoce como la Santísima Trinidad, o DIOS, por lo tanto, si el hijo hubiera aceptado los ofrecimientos del diablo, la Trinidad hubiera dejado de ser tal, y Dios hubiera dejado de ser también. ¿Habría entonces dejado de existir el universo si esto hubiera pasado? ¿Habría Dios permitido que esto sucediera? ¿Se habría arriesgado Jesús a desaparecer también junto con esta cadena de eventos? Y lo que es peor ¿Significaría esto que Dios, siendo omnisciente, envío a su hijo a traicionarlo sin saberlo, por lo tanto no siendo omnisciente, y por consiguiente no siendo Dios?
Entonces parece que Dios sabía que su hijo no lo iba a traicionar, ni a la humanidad, porque Jesús actuó como lo haría aquel digno de ser llamado hijo de Dios. Lo que me lleva a dudar que esto haya sido un sacrificio, me parece más que fue una manera de actuar completamente natural y normal para alguien de su calibre.
Esto me lleva a mi segundo punto: su naturaleza. Jesús era el Hijo de Dios y entonces para todo fin práctico él era Dios, lo que significa que su lugar estaba en ‘el cielo’ al lado de su padre para mantener el orden cósmico intacto. Jesús murió (si se puede decir que un dios muere) en la cruz, luego de seis horas de agonía. Si tomamos en cuenta que Dios creó el mundo en siete días y ahora sabemos que eso es una metáfora para los 13 mil millones de años que ha durado el universo hasta ahora, podemos decir que esas largas horas de agonía se convierten en ... ¿qué? ... ¿unas cuantas centésimas de segundo en horas-dios? Yo también he sufrido por el bien de la humanidad, cuando me vacuno contra una enfermedad que se está intentando erradicar para que nadie más tenga que sufrirla, y el dolor de la aguja en mi brazo dura varios segundos, eso podría ser cientos de veces el dolor que sufriría un Dios crucificado. “El dolor de clavos en tus muñecas no se puede comparar con una aguja en la piel”, podría agregar alguien para contradecir lo que acabo de decir, pero se olvidaría de algo: a diferencia de mi, Jesús tenía la certeza de que en unos cuantos instantes estaría disfrutando del gozo eterno de estar de nuevo en su trono al lado de su padre. ¡se lo dijo al ladrón que estaba junto a él! ¡En su trono! el era un rey, inmortal además, no podía tener miedo de lo que pasaría luego porque él sabía exactamente cuál era la consecución de eventos luego de su ‘muerte’. No solo vino a ‘sufrir como humano apenas unos cuantos minutos (usando la analogía de los 7 días = 13 mil millones de años podríamos decir que sus 33 años fueron un par de minutos en horas-dios), sino que sabía que al cabo de esa minúscula cantidad de tiempo estaría de vuelta en su lugar por derecho, a la diestra del Padre, el único lugar en donde podría estar.
Puedo estar equivocado, o la historia podría estar mal contada, pero fallo en encontrar dónde está el sacrificio en realizar un puñado de acciones para alguien que la tenía bien segura y para quién no existía la menor duda sobre lo que iba a pasar ... él decidía lo que iba a pasar.
O más bien su padre ... pero al final de cuentas, eran el mismo.
Bueno, este Hombre nacido en un cómodo pesebre, caliente, acompañado de su padre y de su madre (que es mucho más de lo que actualmente muchos niños recién nacidos abandonados en basureros pueden esperar), vino al mundo a hacer un gran sacrificio: morir por nosotros (aunque todos y cada uno de nosotros también venimos a final de cuentas a morir, el decir si morimos por otros o no, es cuestión nuestra).
Ese gran sacrificio lo vino a hacer en calidad de hijo de Dios, o más bien de El hijo de Dios, porque si bien es cierto para el cristianismo todos somos hijos de Dios, existe tal cosa como Padre, Hijo y Espíritu Santo, a lo que se llama la santísima trinidad, y por lo tanto, él vendría a ser el segundo componente de este Dios que es tres y uno a la vez, y eso lo convertiría en una manifestación de lo divino, y ahí viene la parte del sacrificio, la separación, Dios (o el Padre), envío a su hijo único (aunque todos seamos sus hijos también) a morir por nosotros en la cruz. Eso debe causar mucho sufrimiento a cualquier padre, por el hecho de tener la certeza de su sufrimiento, al fin y al cabo esa era su misión.
Este Cristo (o elegido), sufrió pruebas a lo largo de su vida, el ejemplo clásico sería el ayuno y el más conocido fue el de 40 días que hizo en el desierto (sacrificio que aparentemente también hacen algunas personas por ejemplo en Africa, y muchas veces lo hacen por más de 40 días, aunque se podría decir que hacen trampa, porque comen un par de cucharadas de alguna cosa que consiguen de cuando en cuando). En este periodo se dice que Jesús fue tentado por el diablo y que prácticamente le ofreció alivio a su sufrimiento a cambio de que se pasara a su bando. Oferta que Jesús, por supuesto, rechazó. Un momento, esta es una buena oportunidad para hacer mi primer punto. Jesús rechazó la oportunidad de negar a su padre, a El Padre. ¿Tenía opción de negarlo? Para empezar el Padre, junto con el Hijo y el Espíritu Santo, forman lo que se conoce como la Santísima Trinidad, o DIOS, por lo tanto, si el hijo hubiera aceptado los ofrecimientos del diablo, la Trinidad hubiera dejado de ser tal, y Dios hubiera dejado de ser también. ¿Habría entonces dejado de existir el universo si esto hubiera pasado? ¿Habría Dios permitido que esto sucediera? ¿Se habría arriesgado Jesús a desaparecer también junto con esta cadena de eventos? Y lo que es peor ¿Significaría esto que Dios, siendo omnisciente, envío a su hijo a traicionarlo sin saberlo, por lo tanto no siendo omnisciente, y por consiguiente no siendo Dios?
Entonces parece que Dios sabía que su hijo no lo iba a traicionar, ni a la humanidad, porque Jesús actuó como lo haría aquel digno de ser llamado hijo de Dios. Lo que me lleva a dudar que esto haya sido un sacrificio, me parece más que fue una manera de actuar completamente natural y normal para alguien de su calibre.
Esto me lleva a mi segundo punto: su naturaleza. Jesús era el Hijo de Dios y entonces para todo fin práctico él era Dios, lo que significa que su lugar estaba en ‘el cielo’ al lado de su padre para mantener el orden cósmico intacto. Jesús murió (si se puede decir que un dios muere) en la cruz, luego de seis horas de agonía. Si tomamos en cuenta que Dios creó el mundo en siete días y ahora sabemos que eso es una metáfora para los 13 mil millones de años que ha durado el universo hasta ahora, podemos decir que esas largas horas de agonía se convierten en ... ¿qué? ... ¿unas cuantas centésimas de segundo en horas-dios? Yo también he sufrido por el bien de la humanidad, cuando me vacuno contra una enfermedad que se está intentando erradicar para que nadie más tenga que sufrirla, y el dolor de la aguja en mi brazo dura varios segundos, eso podría ser cientos de veces el dolor que sufriría un Dios crucificado. “El dolor de clavos en tus muñecas no se puede comparar con una aguja en la piel”, podría agregar alguien para contradecir lo que acabo de decir, pero se olvidaría de algo: a diferencia de mi, Jesús tenía la certeza de que en unos cuantos instantes estaría disfrutando del gozo eterno de estar de nuevo en su trono al lado de su padre. ¡se lo dijo al ladrón que estaba junto a él! ¡En su trono! el era un rey, inmortal además, no podía tener miedo de lo que pasaría luego porque él sabía exactamente cuál era la consecución de eventos luego de su ‘muerte’. No solo vino a ‘sufrir como humano apenas unos cuantos minutos (usando la analogía de los 7 días = 13 mil millones de años podríamos decir que sus 33 años fueron un par de minutos en horas-dios), sino que sabía que al cabo de esa minúscula cantidad de tiempo estaría de vuelta en su lugar por derecho, a la diestra del Padre, el único lugar en donde podría estar.
Puedo estar equivocado, o la historia podría estar mal contada, pero fallo en encontrar dónde está el sacrificio en realizar un puñado de acciones para alguien que la tenía bien segura y para quién no existía la menor duda sobre lo que iba a pasar ... él decidía lo que iba a pasar.
O más bien su padre ... pero al final de cuentas, eran el mismo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)